30 marzo 2010

La diferencia



Imaginemos a un pajarillo: por ejemplo, una golondrina enamorada de una jovencita. La golondrina podría, por lo tanto, conocer a la muchacha (por ser diferente a todas las demás), pero la joven no podría distinguir a la golondrina entre cien mil. Imaginad su tormento cuando, a su retorno en primavera, ella dijera: Soy yo, y la joven le respondiera: No puedo reconocerte. En efecto, la golondrina carece de individualidad. De ahí se deduce que la individualidad es el presupuesto básico para amar, la diferencia de la distinción. De ahí se deduce también que la mayoría no puede amar de veras, porque la diferencia de sus propias individualidades es demasiado insignificante. Cuanto mayor es la diferencia, mayor es la individualidad, mayores son los caracteres distintivos y mayores los rasgos reconocibles. Pero esto cobra un sentido más profundo en lo que se refiere al alma, al carácter distintivo de la individualidad.

Soren Kierkegaard

24 octubre 2009

Papeles Sucios

El mundo es como mis papeles sucios, llenos de tachones, de garabatos sin sentido,
de palabras sueltas tapándose unas a otras, de mi nombre escrito muchas veces.
Papeles llenos de tinta sin apenas huecos en blanco.
Tanta necesidad de llenar los espacios,
de marcarlos con nuestra impronta, con nuestro sello, para construir nuevas palabras, incapaces de crecer entre tanta suciedad.
Espirales infinitas, círculos con nombres propios, líneas que atraviesan,
sinuosas curvas, rectángulos imperfectos, triángulos puntiagudos, y tachones,
muchos tachones.
Palabras tapadas, belleza escondida, amor oculto,
silencio olvidado y un inmaculado y pequeño espacio en blanco, para escribir;
Mi vida, nuestras vidas.

(cc) Mario Tikvah

16 septiembre 2009

El Muro

Cortometraje que realizamos en la Escuela de Animación de TL de la CAM
Junio 2009

tan solo...


Entre la oscuridad tan sólo nos hizo falta el brillo de nuestros ojos,
para intuirnos, en un silencio lleno, para tocarnos,
con las manos enredadas, para construirnos, en un nuevo mundo.

(cc) Mario Tikvah


18 noviembre 2008

04 noviembre 2008

Descansan los disfraces

Cae la noche, intactos descansan los disfraces en la percha de nuestra existencia.
La honestidad desnuda, se arropa con los insomnes miedos, que cobardes e inocentes escondemos en lo cercano y profundo de nuestra soledad.
Las mullidas almohadas acogen el dulce y amargo sudor del respirar de nuestros sueños, que siempre el apresurado amanecer nos sobresalta y nos desvela, descosiendo los párpados sacrificadamente abiertos, revelando nuestro oscuro sol y nuestra maquillada conciencia de los días.

(cc) Mario Tikvah

Si pudiera volar

Si pudiera volar, no quisiera volar equilibradamente, no seguiría ningún rumbo, quizá tampoco me posaría en ningún árbol, ni siquiera agitaría mis alas.
Si pudiera volar, bebería de la lluvia, me mojaría con la lluvia, me secaría con el aire, si pudiera volar, me enredaría entre las nubes, me calentaría con el sol, y me alimentaría del viento.
Que de este corazón nacieran dos hermosas alas, que de esta pasión naciera mi viento, y de todo este amor, mi nido, para poder llevarte, para poder llevaros.
Elevarme alto, muy alto al cielo más profundo, hasta quemarme con los rayos del sol, y caer, caer, caer precipitadamente en el inmenso mar, donde se sumerge mi vida, donde se empaparon mis alas, donde naufraga mi nido.
La manera más bella de volar, la manera más bella de vivir.
(CC) Mario Tikvah

04 octubre 2008

¡Adios, fantasía mía!

¡Adiós, Fantasía mía!¡Adiós, querida compañera, amor mío!Me voy, no sé adóndeni hacia qué azares, ni sé si te volveré a ver jamás.¡Adiós, pues, Fantasía mía!Déjame mirar atrás por última vez.Siento en mí el leve y menguante tic tac del reloj.Muerte, noche, y pronto se detendrá el latir de mi corazón.Durante mucho tiempo hemos vivido, gozado, y acariciado juntos, en deliquio.Ahora hemos de separarnos. ¡Adiós, Fantasía mía!Pero no nos apresuremos.Largo tiempo, ciertamente, hemos vivido, dormido, nos hemos mezclado el uno con el otro.Si morimos, pues, moriremos juntos (sí, continuaremos siendo uno),si vamos a algún sitio, iremos juntos a afrontar lo que ocurra:quizás seremos más libres y alegres, y aprenderemos algo,quizás me estés ya guiando hacia las verdaderas canciones, (¿quién lo sabe?),quizás eres tú el mortal pomo de la puerta que deshace, gira...Finalmente, pues, te digo: ADIÓS! ¡SALUD, FANTASÍA MÍA

Walt Whitman


Algún lugar del sur de Marruecos (cc) Mario Tikvah

El eterno vacío en blanco


La palabra del poeta es el último suspiro, el último abrazo, es la amarga despedida.
La coexistencia del primer amanecer, de la larga y dulce noche y de todos los colores del día.
Es la enredada batalla por llenar de sentido, el eterno y blanco vacío.
Es la ausencia de la que nacemos, la nostalgia de lo que nunca tuvimos, es la búsqueda de lo que nunca entendimos.
De esta manera arde la pasión del poeta, así se estremecen y se airean sus miedos, en esos mares se ahoga y en esas palabras se salva.


(CC) Mario Tikvah

Hay

Hay placer en los bosques sin caminos,

Hay éxtasis en las orillas solitarias,

Hay compañía donde nadie pisa,

Cerca del profundo mar y de su rugido musical;

No amo menos al hombre, sino más a la Naturaleza

Lord Byron


Merzouga -Marruecos- (cc) Mario Tikvah

El sueño de la palabra

Se quedó suave y dulcemente dormida, con el libro abierto entre su pecho.
Las palabras descansaron en el vaivén de su profundo respirar,
Nunca pensaron estas poder formar parte de un sueño;
El destino soñado de toda palabra.


(cc) Mario Tikvah

Abraza mi existencia

Abraza mis rarezas, mis descomunales ausencias,
mis desviadas miradas, mi cúmulo de desatenciones,
porque voy veloz y lento en el vehículo que abandonó mis palabras,
que abandonó mi cordura y mi razón; para viajar más allá del fino velo que cubre nuestra alma, donde se encuentran los universos
que cimientan nuestra existencia.

(cc) Mario Tikvah

El viento y la tela


Era en un comienzo de tarde, en medio del verano, estaba sentado en la galería de aquella enorme casa de principios de siglo. La luz era dorada por el filtro de las cortinas sepias, mágicamente se colaba una fresca brisa marina, que hacía bailar las cortinas y conquistaban con su baile el centro del pasillo. Y allí dos testigos, sentados en paralelo, en dos sillones de esos orejeros, él de ojos gastados, de pocas palabras, de piel arrugadita, a su lado; un joven de ojos abiertos y postura inquieta. Uno, cerraba sus ojos siempre cansados, otro, contemplaba el baile del viento y la tela y miraba al ancianito, que parecía con esa tranquilidad ser el motor que hacía jugar el momento. Y el instante los llenó de paz y los acompañó un tiempo pasajero pero sin minutos, sus soledades se agarraron de las manos, la tregua del cálido verano refresco sus sentidos, sus frescas emociones y la memoria de quien hoy escribe. Una memoria que dejó un huequito al recuerdo de un encuentro.

(cc) Mario Tikvah